domingo, 11 de octubre de 2020

LA OBSESION EN CONTRA DE LOS DEFICITS PRESUPUESTARIOS

 LA OBSESION EN CONTRA DE LOS DEFICITS PRESUPUESTARIOS



Por Marcelino Lara Lucas

Consultor Económico y Financiero


Cuando una economía está sufriendo de déficits presupuestarios lo más lógico sería investigar primero a profundidad las razones que podrían estar originándolos y la coyuntura o contexto económico en que éstos se produjeron o se están produciendo. No es lo mismo un déficit en una economía en pleno empleo o cerca del mismo, que una economía inmersa en una depresión, sufriendo además los embates de una pandemia, como está pasando en la actualidad.

El problema actual es de insuficiencia de demanda, y no de exceso de oferta. El confinamiento global ha reducido la demanda general, y la gente ha concentrado su consumo en el gasto de salud y de alimentación.

Son muchas las razones que pueden causar los déficits presupuestarios en una economía cualquiera. Vamos a mencionar aquí tan solo algunas de ellas:

-Una Administración Tributaria deficiente
-Elevada evasión fiscal
-Exceso de subsidios, subvenciones y exoneraciones
-Bajas tasas impositivas a los más ricos
-Vacíos legales en Código Tributario
-Bajos impuestos a ganancias del sector financiero
-No cobro de impuestos a actividades económicas que contaminan el medioambiente (minería, turismo, construcción, etc.)
-No uso de tecnología de la Cuarta Revolucion Industrial para mejorar recaudaciones en línea y en tiempo real
-Recesión económica
-Combinación de todas las anteriores

Pueden haber muchísimas más, incluyendo un excesivo Gasto Público, que solo considero perjudicial si genera un crowding out, lo cual no es posible en medio de una recesión económica como la actual, con tasas de interés muy bajas y una caída de la demanda general.

A continuación vamos a analizar lo que piensa sobre el déficit presupuestario el Premio Nóbel de Economía 2001, y pasado Vicepresidente Senior del Banco Mundial, el prestigioso economista Joseph E. Stiglitz.

Si la economía estuviera en el pleno empleo, nos dice, podríamos centrarnos en los efectos sobre el "lado de la oferta" de las reformas del Código Tributario y de los programas de gastos: reformas como la eliminación de la asistencia pública a las grandes empresas reducen las distorciones, con lo que aumenta la productividad y el PIB, y al mismo tiempo se recaudan más impuestos.

No obstante, hoy en día, la derecha propugna una curiosa combinación de medidas por el lado de la oferta y por el lado de la demanda: la reducción del déficit, vienen a argumentar de alguna forma, restablecerá la confianza en el país y en su economía, y por consiguiente será algo positivo; y las bajadas de impuestos mejorarán la eficiencia de la economía y pondrán dinero en manos de quienes son capaces de gastarlo adecuadamente. Por supuesto, si hay que reducir los déficits al mismo tiempo que se bajan los impuestos, significa que hay que reducir muchísimo los gastos. Y esa es la verdadera intención: reducir el tamaño del gobierno.

Con este contundente planteamiento Stiglitz destruye los argumentos de los partidarios del llamado fetichismo del déficit, al tiempo que desmonta la Teoría del Multiplicador del Presupuesto Equilibrado, ambas argumentaciones promovidas por políticos y economistas de derecha y algunos del centro.

Deja así muy bien establecido que el problema actual de la economía no se resuelve por el lado de la oferta, porque en realidad estamos pasando por una profunda insuficiencia de demanda. En una economía deprimida la aplicación de nuevos impuestos resulta contraproducente porque va a generar más desempleo, y por tanto, más depresión económica.

Para superar la insuficiencia de demanda que genera la depresión económica Stiglitz nos dice que: El gobierno podría pedir dinero prestado para invertir en su futuro, por ejemplo garantizando una educación y salud de calidad para los pobres y la clase media, y desarrollando unas tecnologías que incrementen la demanda de mano de obra calificada, al mismo tiempo que se protege el medio ambiente.

Todos esos planteamientos realizados anteriormente también son compartidos por otro Premio Nóbel de Economía 2008, el mundialmente famoso economista Paul Krugman quien nos dice que: El miedo a los déficits presupuestarios obedece sobre todo al temor de un ataque de los "vigilantes" del mercado de bonos. Y los defensores de la austeridad fiscal o de fuertes recortes en el gasto gubernamental (incluso en contextos de desempleo muy elevado), aducen a menudo que tenemos que cumplir con sus exigencias y satisfacer el mercado de los bonos.

Krugman usa el término de "vigilantes de bonos" para referirse a los inversores que, cuando pierden la confianza en las políticas fiscales o monetarias de un país, se deshacen a toda prisa de sus bonos, esto eleva mucho el coste de los nuevos préstamos suscritos en adelante por ese país. No es el caso actual de la economía dominicana, todo lo contrario. Y por esa razón, no debiéramos estar tan preocupados por el déficit presupuestario, como si debiéramos estarlo por el empleo.

Los Profetas del Apocalipsis Fiscal, señala Krugman, siguen concentrados en el déficit fiscal en lugar del empleo.

En un contexto de depresión económica, con inflación reducida y tasas de interés bajas, y una demanda agregada insuficiente como pasa en la actualidad, lo más adecuado es aumentar el gasto del gobierno para evitar caer en una trampa de liquidez que profundizaría aún más la depresión económica.

Si le aplicamos más impuestos a una economía en depresión seguirá cayendo el nivel de empleo, y por tanto, la demanda agregada también caerá. De esa forma, seguirá bajando la tasa de interés y así quedamos atrapados de nuevo en la Trampa de la Liquidez de Krugman, tal como fue explicado en un artículo anterior. (Ver blog inversioneslucicar.blogspot.com)

Como bien lo explicamos en ese artículo: el gasto son los ingresos. Así que cuando reduce el nivel de gasto de la economía, está afectando directamente el PIB, y profundizando aún más la depresión económica, generando más desempleo. De esa forma, todo lo que favorezca la depresión económica terminará agravando más los problemas ya existentes y reduciendo las perspectivas de crecimiento económico tanto a corto como a largo plazo.

Los dos premios Nobel de Economía coinciden en que en un ambiente de depresión económica debemos aplicar un paquete de estímulos fiscales que actuen directamente sobre la demanda agregada, dinamizándola. Y si para eso es necesario el endeudamiento del gobierno, aún así habría que hacerlo para buscar salir de la depresión.

Las investigaciones realizadas por Stiglitz y Krugman han demostrado que alrededor de los déficits presupuestarios hay muchos mitos. Uno de esos mitos señala Stiglitz es: El mito del lado de la oferta que argumenta que gravar a los ricos reduce el trabajo y el ahorro, y que todo el mundo no solo los ricos, sale perdiendo. Todas las industrias tienen su propia versión de ese mito: reducir el gasto militar supone perder empleos. Recortar los beneficios fiscales a industria del carbón o del petróleo cuesta puestos de trabajo. Como vemos, las industrias que contribuyen a la contaminación del aire o del agua o que generan residuos tóxicos alegan que obligar a quienes contaminan a pagar por los costes que imponen a la sociedad cuesta puestos de trabajo.

Para Krugman, el temor al endeudamiento en las condiciones  actuales de depresión económica y muy bajas tasas de interés no deja de ser otro mito. Bajo este contexto económico no hay que temer al endeudamiento siempre y cuando éste crezca a una tasa inferior que el crecimiento del PIB. Y agrega que: Concentrarse en el déficit a corto plazo es una necedad. Cuando el discurso político pasó de preocuparse por el empleo a hacerlo por el déficit, esto se tradujo a dos movimientos: por un lado dejaron de presentarse nuevas propuestas de estímulos económicos; y por otro lado, se tomaron iniciativas de recortes de gastos.

El intento de mejorar la perspectiva fiscal por la vía de recortar los gastos de una economía deprimida puede terminar siendo contraproducente, incluso en el más estricto sentido fiscal. Y esto no es ninguna posibilidad descabellada; según estudios serios del Fondo Monetario Internacional (FMI) que han analizado los datos.

Desde el punto de vista de las decisiones políticas, realmente no importa si la austeridad en una economía deprimida, perjudica literalmente la posición fiscal de un país. Todo lo que necesitamos saber es que, en tiempos como los actuales, un recorte fiscal apenas compensa (si es que llega a compensar) y a cambio supone un gran coste. Desde luego, los presentes son malos tiempos para obsesionarse con los déficits presupuestarios, concluye Krugman.

Mas bien, pensamos nosotros, ahora es tiempo de llevar dinero a los bolsillos de la gente, no hacer lo contrario, en un momento en que estamos pasando por una profunda insuficiencia de la demanda agregada. Toda la política pública de este momento debería estar orientada a dinamizar el gasto del gobierno para activar la economía, crear empleo y volver a impulsar el crecimiento económico. Es nuestra humilde opinión después de haber estudiado y analizado las investigaciones realizadas al respecto por dos premios Nóbel de Economía: Stiglitz y Krugman.




Para más información dirigirse a Marcelino.lucas172001@gmail.com

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